¡Viva la muerte!

ESO ES LO que gritó el general Millán Astray en el paraninfo de la universidad salmanticense el 12 de octubre de 1936, día en que Unamuno tuvo que abandonar la sala, cogido del brazo de Carmen Polo, para evitar que la turba lo linchase. Supongo que las tres energúmenas −basta con ver las muecas deformes de sus rostros para calificarlas así− que hace unos días irrumpieron en la Cortes con las ubres al aire no tienen ni zorra idea de quiénes eran Carmen Polo, Unamuno y Millán Astray. Lo de zorra no lo digo con segundas, aunque no faltará por ahí gente de bien que aplaudiría y compartiría éstas.

Tampoco sabrán esas tres strippers −la una por alumna de los planes de estudios posfranquistas (va por Ud., Rubalcaba, que se benefició, como yo, de los anteriores) y las otras dos por ser guiris− que fementido significa «falso o engañoso» y es cultismo generalmente asociado al concepto de traidor. Eso sí que va con segundas, por alusión a Femen, la pandilla de nudistas deseosas de chupar cámara en los estudios de la telebasura que exhiben sus domingas a troche y moche en lugares públicos. Mejor sería, ya puestas, el bottomless, pues así veríamos el lugar del cuerpo femenino que sirve, según ellas, no sólo para nacer, sino también para morir y matar.

Hasta ahí, peccata minuta: una anécdota picante (poco) y una estupidez más en el grotesco mundo que nos rodea. Lo verdaderamente grave es el segundo elemento del sketch: ese graffitto blasfemo garabateado con brocha gorda en los pectorales de las tres locuelas. Sostener que es sagrado el aborto −acto de terrorismo, puesto que en él se asesina a alguien que nada tiene que ver con las razones o sinrazones de quienes perpetran el crimen− equivale a gritar otra vez ¡Viva la muerte! Las tetonas del Congreso, aclamadas por los diputados de Izquierda Unida y acogidas con sonrisas benevolentes por el resto de los abortistas, son gárgolas, grecas y cariátides de la efigie de Millán Astray.

¿Cariátides, grecas, gárgolas? ¡Tranquilas, nenas! Consultad el diccionario, que no muerde. No son insultos, aunque os los mereceríais.

Propongo una contramanifestación de desagravio: que un grupo de madres lactantes irrumpan en el gallinero de las Cortes con sus rorros amorrados al pezón y un graffito sobre sus mamas ubérrimas en el que ponga: ¡Viva la vida! ¿Silbarán los de la bancada comunista? ¿Sonreirán los del rebaño socialista? Está por ver.